"...esta mañana, a las ocho y cuarto, cuando salí del hotel Printania para ir a la biblioteca, quise levantar un papel que había en el suelo y no pude. eso es todo, y ni siquiera es un acontecimiento. sí, pero para decir toda la verdad, me impresionó profundamente: pensé que ya no era libre... "
martes, 20 de noviembre de 2007
Taxonomías
El condicionante patético para condenar la estructura levemente desgastada de una vida alienada y pretendida surreal. Migajas de reglas muertas que no erigen más palabras hastiadas de significados imberbes. La cumbre de tus pesadillas frente a tus sueños. El olor a mujer no tiene olvido. Te urge la necesidad de mis piernas. Eres la gracia de mis pantalones y el secreto menos estricto de mis remeras. No me agradan ya tus miserias pretendidas inocentes. Eres la piel que encarna el olvido, millones de palabras que ya no puedo oír. Y el tiempo me mira incongruente, parece no agradarle la frialdad de mi elocuencia. Suspira ensimismado mientras lastima en otro nombre. La caricia del ausente y la llamada del retrógrado se ocultan bajo el miserable destello de la angustia.
miércoles, 7 de noviembre de 2007
Noche de poetas
Otra vez la angustia. Otra vez soy un río de lágrimas. Un océano. Un mundo que se desvanece tiritando y sangrando. Escupiendo mis heridas, que se develan innobles, presumidas, que se perpetúan a través del tiempo. Delirios colosales de envolverme siempre en la más absurda tristeza. Otra vez el vacío. Otra vez tu nombre esculpido con destellos de emperador. El mundo descansa en tu cuerpo. Mi llanto ahoga mares de utopías. ¿Cómo dejar atrás el pasado que vuelve constante en aberración al presente? Y pervierte la armonía que no puedo asegurar. Y llama, y nombra, y castiga. El delito fue sentarme a tu lado a mirar el sol de noche. La marea intermitente y la inocencia mensurable. No podré decir olvido hasta que mi memoria no devenga en cementerio. Y sin embargo, aún, me forzaré a recordarte. Tus efectos adictivos socavaron mi reputación. Mi dignidad. Mi dinastía. Eres el hombre que mis lágrimas añoran. La fe atea que el silencio legitima. La virtuosidad sin virtud y el fantasma visceral. Otra vez en el río del mezquino. Otra vez en la noche de poetas.
Río Leteo
A veces el llanto inicuo y otras, temperamental.
Sería imprudente condenarte en virtud de hombre
que cesa su camino en la moral avasallante
de lo meramente animal.
Cosquillas que construyen su imperio
y relegan el justo medio para socavar también el defecto.
Congraciarse en el exceso y profundizar luego
excluyendo los delirios de la cortesía.
Pasatiempo de todo lo delgado, lo endeble,
¿será la piel, el fruto o el destino?
Un juego de inocentes que crearon la anarquía
buscando más allá para desmitificar descalificando.
Entonces habrá sido algún día
la brutalidad repentina de la ausencia
y luz y sombra, e indecencia
clamando piel y desengaño.
Lo justo a veces es extraño.
Lo breve a veces es olvido.
Sería imprudente condenarte en virtud de hombre
que cesa su camino en la moral avasallante
de lo meramente animal.
Cosquillas que construyen su imperio
y relegan el justo medio para socavar también el defecto.
Congraciarse en el exceso y profundizar luego
excluyendo los delirios de la cortesía.
Pasatiempo de todo lo delgado, lo endeble,
¿será la piel, el fruto o el destino?
Un juego de inocentes que crearon la anarquía
buscando más allá para desmitificar descalificando.
Entonces habrá sido algún día
la brutalidad repentina de la ausencia
y luz y sombra, e indecencia
clamando piel y desengaño.
Lo justo a veces es extraño.
Lo breve a veces es olvido.
jueves, 1 de noviembre de 2007
Esquirlas
Sus ojos ameritaban mi lamento.
Reconocer que hoy fue la despedida es darme muerte;
ser víctima y verdugo de la tristeza que ya no conmueve
si no me abrazan brazos de niños
con miradas de cielo esperando renacer.
Velaron por mis sueños despertando luces tibias
y lluvia y gris y amor,
en días que acarician disfrazándose en papel,
colores y la entrega de una parte de su alma.
No quiero luz ni sol ni quiero calma
tan sólo sus deditos entre los míos
y quiero al sol salir en su aposento,
que crezca como crece mi lamento,
que no remonte siempre hacia el felino.
Niego la verdad, aunque sea cierto
amalgamados en prosa surgen destellos
que se contentan siempre sin la cumbre
que pueden ver la luz donde no alumbre
que viven siempre en mí, pero son ellos
la luz, el cielo eterno, los destellos
sonrisas ulteriores que se funden
pasiones sin banderas, lugares comunes
y enseñan lo que se cree aprendido
medianamente envejecido el tiempo, se expresa el olvido
y uno renace en sus rostros. Y he perecido.
Reconocer que hoy fue la despedida es darme muerte;
ser víctima y verdugo de la tristeza que ya no conmueve
si no me abrazan brazos de niños
con miradas de cielo esperando renacer.
Velaron por mis sueños despertando luces tibias
y lluvia y gris y amor,
en días que acarician disfrazándose en papel,
colores y la entrega de una parte de su alma.
No quiero luz ni sol ni quiero calma
tan sólo sus deditos entre los míos
y quiero al sol salir en su aposento,
que crezca como crece mi lamento,
que no remonte siempre hacia el felino.
Niego la verdad, aunque sea cierto
amalgamados en prosa surgen destellos
que se contentan siempre sin la cumbre
que pueden ver la luz donde no alumbre
que viven siempre en mí, pero son ellos
la luz, el cielo eterno, los destellos
sonrisas ulteriores que se funden
pasiones sin banderas, lugares comunes
y enseñan lo que se cree aprendido
medianamente envejecido el tiempo, se expresa el olvido
y uno renace en sus rostros. Y he perecido.
viernes, 26 de octubre de 2007
Topoi koinoi
Tus palabras gimoteaban en mi boca.
Espeso perfume de flores muertas,
que vivían a la luz de la sentencia inicua.
Tan pronto hería las llamas de tus falencias
tu voto legitimaba mi despotismo.
Mi lengua era sacrilegio entre tus dioses.
Preferías sinceridad y antipatía,
tus apetitos sistematizaban lo torpe de lo real.
Hombre escindido, dependiente y siervo.
No amo los lugares comunes de las pasiones
que estigmatizan mentiras para venerarlas,
pero no abrazan sino el ansia desmedida
porque el deseo se encuentra en una noche de verano
pero la soledad gobierna impunemente en una noche fría.
Espeso perfume de flores muertas,
que vivían a la luz de la sentencia inicua.
Tan pronto hería las llamas de tus falencias
tu voto legitimaba mi despotismo.
Mi lengua era sacrilegio entre tus dioses.
Preferías sinceridad y antipatía,
tus apetitos sistematizaban lo torpe de lo real.
Hombre escindido, dependiente y siervo.
No amo los lugares comunes de las pasiones
que estigmatizan mentiras para venerarlas,
pero no abrazan sino el ansia desmedida
porque el deseo se encuentra en una noche de verano
pero la soledad gobierna impunemente en una noche fría.
miércoles, 17 de octubre de 2007
Pasión estéril
En nombre de una pasión estéril comenzaba a descubrir que había una angustia cuyas heridas no había podido superar. Las arrastraba en pena. Las erguía en mis hombros y algunas veces las veneraba. Pero esa esperanza muerta y resplandeciente me invitaba a someterme a la barbarie. Y era usted, el renacimiento de mi sonrisa. Y era mi ruina y mi mañana incongruente. Era el absurdo que un miedo arraigado se niega a aspirar. Pero era una realidad insostenible, pusilánime, que burlé y reí.
Quizá cierto miedo al pasado me conduce a hegemonizar mi soledad. Sucumbo en un imperio de cielos bajos y doctrinas que enmudecen, que mortifican. Personifico despotismo sobre ciudades endebles que intentaron restablecer mi soberanía. Usted era el sentido de las noches execrables y las mañanas en pena. Daba vueltas en mi cabeza y hacía brillar mis ojitos, esos ojitos que con el tiempo fueron perdiendo algarabía. Y sin embargo, no pudimos amalgamar los brazos en juegos ciegos insoslayables. Pero no lloro, no querrá usted que llore; sería empapar un río cuyo final no es su cause.
Quizá cierto miedo al pasado me conduce a hegemonizar mi soledad. Sucumbo en un imperio de cielos bajos y doctrinas que enmudecen, que mortifican. Personifico despotismo sobre ciudades endebles que intentaron restablecer mi soberanía. Usted era el sentido de las noches execrables y las mañanas en pena. Daba vueltas en mi cabeza y hacía brillar mis ojitos, esos ojitos que con el tiempo fueron perdiendo algarabía. Y sin embargo, no pudimos amalgamar los brazos en juegos ciegos insoslayables. Pero no lloro, no querrá usted que llore; sería empapar un río cuyo final no es su cause.
martes, 16 de octubre de 2007
Otro
La habilidad de los deseos intangibles. El color extremadamente modesto de tu piel. La censura, lo ambicioso de mi ser: combinación que siempre va lineal a lo que no.
Se pudre la carne y tu barba pomposa presume vanidad. Tu cara de revolución soberbia reprime, legitima mi andar desorientado esperando que algún leve viento nos acerque. Realizo tu apología. Me deprime.
Eres un argumento racional pero estéril. Una pasión que camina, porque huye. Una calumnia laudable, pero incierta. A veces quisiera saber cómo eres. Me enferma la idea de concebir lo humano que no escapa a tu mediocridad.
El ansia desmedida. La teoría irrefutable. La conciencia conciente. ¿Acaso podrás ser un poco más que un insensato rival? No le tengo miedo a tu remera, porque tampoco le temo a tu piel. Ni juega esta partida tu semblante, porque no agrada. Sólo monopoliza la dulzura que yo no puedo conseguir. Porque se aleja cual utopía. Porque es incierta y peligrosa como el edén.
Se pudre la carne y tu barba pomposa presume vanidad. Tu cara de revolución soberbia reprime, legitima mi andar desorientado esperando que algún leve viento nos acerque. Realizo tu apología. Me deprime.
Eres un argumento racional pero estéril. Una pasión que camina, porque huye. Una calumnia laudable, pero incierta. A veces quisiera saber cómo eres. Me enferma la idea de concebir lo humano que no escapa a tu mediocridad.
El ansia desmedida. La teoría irrefutable. La conciencia conciente. ¿Acaso podrás ser un poco más que un insensato rival? No le tengo miedo a tu remera, porque tampoco le temo a tu piel. Ni juega esta partida tu semblante, porque no agrada. Sólo monopoliza la dulzura que yo no puedo conseguir. Porque se aleja cual utopía. Porque es incierta y peligrosa como el edén.
miércoles, 5 de septiembre de 2007
Descripción
Entre recuerdos y tristeza
yacía tu cuerpo desnudo, amalgamado.
Destellos de tu alma enceguecida;
se legitima abolida, la noche de poetas.
Y en tan lejano derredor, que no me tienta
extiendo mi mano acobardada, que no transpira,
tus ojos trasmutan sueños medievales, entretejidos
con natural argucia y polisémicos.
El cielo está escondido en las afueras
no sé bien si es verano, o es primavera…
no importa ya tu rostro, es mezquino,
y tiendo hacia el dolor… o a lo divino?
No quiero estar aquí, ya me molesta.
yacía tu cuerpo desnudo, amalgamado.
Destellos de tu alma enceguecida;
se legitima abolida, la noche de poetas.
Y en tan lejano derredor, que no me tienta
extiendo mi mano acobardada, que no transpira,
tus ojos trasmutan sueños medievales, entretejidos
con natural argucia y polisémicos.
El cielo está escondido en las afueras
no sé bien si es verano, o es primavera…
no importa ya tu rostro, es mezquino,
y tiendo hacia el dolor… o a lo divino?
No quiero estar aquí, ya me molesta.
Siempre
Diría, quizás, libertinaje y tiranía,
poder ruborizado que no sentencia,
que sutilmente convierte en vuelos amargos
la despreciable necesidad de tu presencia.
Y tiendo a lo natural. Y a lo esculpido.
Pero no quiero el brillo ni las sombras,
y no quiero el color de lo que nombras;
extravagante, hostil, empedernido.
Guío mis pasos a la distancia
donde hay quietud, y hay río, y alabanza
y pesa tanto el cielo como el nombre
de aquella estupidez, llamada hombre
que me conduce siempre a la sequía.
La soledad de hoy, y la de entonces,
la soledad de siempre; hegemonía.
poder ruborizado que no sentencia,
que sutilmente convierte en vuelos amargos
la despreciable necesidad de tu presencia.
Y tiendo a lo natural. Y a lo esculpido.
Pero no quiero el brillo ni las sombras,
y no quiero el color de lo que nombras;
extravagante, hostil, empedernido.
Guío mis pasos a la distancia
donde hay quietud, y hay río, y alabanza
y pesa tanto el cielo como el nombre
de aquella estupidez, llamada hombre
que me conduce siempre a la sequía.
La soledad de hoy, y la de entonces,
la soledad de siempre; hegemonía.
jueves, 30 de agosto de 2007
Lastima mi piel
Las sombras están dadas. El reverso es tentación. En la puerta hojas secas y miradas que comentan recuerdos de un pasaje intranscendente. Rutinaria reacción de amar lo que no es amado. Y de morir… para seguir mintiendo.
Dejame el cuello revuelto, meditando piruetas para llegar hasta tu boca. Dejaré fluir palabras que se deslizan por senderos funestos. Deshonra mi fiel nombre y mi merecida reputación. Hagamos de los deseos la simpleza y la estupidez.
Hiere… hiere lo tan común que hay en mí. Mi esencia insípida, mis manos agotadas. Deja huellas sin amnistía. Deja marcada la carne, que aunque no duela, podemos inventar el sufrimiento. Es la mentira compartida, la que nos une… y nos separa.
Dejame el cuello revuelto, meditando piruetas para llegar hasta tu boca. Dejaré fluir palabras que se deslizan por senderos funestos. Deshonra mi fiel nombre y mi merecida reputación. Hagamos de los deseos la simpleza y la estupidez.
Hiere… hiere lo tan común que hay en mí. Mi esencia insípida, mis manos agotadas. Deja huellas sin amnistía. Deja marcada la carne, que aunque no duela, podemos inventar el sufrimiento. Es la mentira compartida, la que nos une… y nos separa.
martes, 28 de agosto de 2007
no sos parte de mí
no había oído hablar
de la representación fiel
que algunas personas pudieron hallar en palabras.
estábamos tan equivocados creyéndonos espinas de algún hermoso jardín.
jugando a cambiarnos las almas y a obsequiarnos la piel.
enfermamos. tal vez enfermé de mí.
pero mentía... mentía porque la soledad compartida duele menos.
ahora el silencio no sabe hallar las palabras que dejé sobre tu cama,
y me enmudece una voz interna que camina hacia el desierto.
tu pobre nombre enloquece.
el destino y mis palabras lo dejaron solo.
de la representación fiel
que algunas personas pudieron hallar en palabras.
estábamos tan equivocados creyéndonos espinas de algún hermoso jardín.
jugando a cambiarnos las almas y a obsequiarnos la piel.
enfermamos. tal vez enfermé de mí.
pero mentía... mentía porque la soledad compartida duele menos.
ahora el silencio no sabe hallar las palabras que dejé sobre tu cama,
y me enmudece una voz interna que camina hacia el desierto.
tu pobre nombre enloquece.
el destino y mis palabras lo dejaron solo.
jueves, 23 de agosto de 2007
Tu amor es cubista
Fingiste cuadrados necios de una vida simple y objetiva. Podrías haberte desplazado hacia otras figuras geométricas. Pero tu corazón estaba vacío, inspirado en lados iguales.
Del círculo quedaban las salidas hacia el mismo lugar, y los caminos que ni avanzan ni retroceden. Que no manifiestan alteraciones. Que son lo que fueron y lo que serán por lo que han sido.
Tu apariencia no guardaba compromiso alguno con la realidad convencional. Geometrización, no cromatismo. En un vos hermético, levemente tentado a caer en abstracción; sin esencia, o con. Representabas lo lejano. Eras lejano. Siempre a minutos más de convertirte en tangible.
A muchos los condenan por menos; a vos te glorifican.
Del círculo quedaban las salidas hacia el mismo lugar, y los caminos que ni avanzan ni retroceden. Que no manifiestan alteraciones. Que son lo que fueron y lo que serán por lo que han sido.
Tu apariencia no guardaba compromiso alguno con la realidad convencional. Geometrización, no cromatismo. En un vos hermético, levemente tentado a caer en abstracción; sin esencia, o con. Representabas lo lejano. Eras lejano. Siempre a minutos más de convertirte en tangible.
A muchos los condenan por menos; a vos te glorifican.
jueves, 16 de agosto de 2007
No me explico
No me explico las palabras que no saben significar el sentimiento. Que lo generalizan, que lo callan, que lo mienten.
Palabras que se dicen sin revolución, son palabras muertas.
He aprendido a callarme las mentiras e idealizar la verdad.
Todos estamos muertos. Sólo sentimos la piel, la esfera.
Ya no puedo gobernar mi mente, que busca sangrar y redimir. Se victimiza ante mí; me miente. No puedo caminar desnuda sin conocer mi verdad que resplandece en el engaño.
Aprendí a creerme sabiendo que es improbable. Aprendí a vivir de mi reflejo.
Quiero esa revolución fuera de mi cama. Quiero saber que esos ojos no me mienten; que no estoy sola, que no voy a estarlo…
Palabras que se dicen sin revolución, son palabras muertas.
He aprendido a callarme las mentiras e idealizar la verdad.
Todos estamos muertos. Sólo sentimos la piel, la esfera.
Ya no puedo gobernar mi mente, que busca sangrar y redimir. Se victimiza ante mí; me miente. No puedo caminar desnuda sin conocer mi verdad que resplandece en el engaño.
Aprendí a creerme sabiendo que es improbable. Aprendí a vivir de mi reflejo.
Quiero esa revolución fuera de mi cama. Quiero saber que esos ojos no me mienten; que no estoy sola, que no voy a estarlo…
Es nada
Nada, ni siquiera la representación del vacío. Nada.
Nada como tus palabras hoy, como tu imprescindible silencio.
Nada como el sentimiento que no existe, pero se inventa.
Nada como la mentira que me lleva a quedarme esta noche a tu lado.
Nada de mí, nada de vos.
Estamos inmersos en las aguas turbias de la nada. No hay nada.
Nada. Ni una mirada complaciente, ni un gesto insospechable.
Nada que florezca entre las manos o entre las piernas.
Nada que nos una. Nada. Sólo el impacto de haber sido “nosotros”,
en relámpago de antaño.
Nada como tus palabras hoy, como tu imprescindible silencio.
Nada como el sentimiento que no existe, pero se inventa.
Nada como la mentira que me lleva a quedarme esta noche a tu lado.
Nada de mí, nada de vos.
Estamos inmersos en las aguas turbias de la nada. No hay nada.
Nada. Ni una mirada complaciente, ni un gesto insospechable.
Nada que florezca entre las manos o entre las piernas.
Nada que nos una. Nada. Sólo el impacto de haber sido “nosotros”,
en relámpago de antaño.
lunes, 13 de agosto de 2007
Sos sin ser y sin haber sido...
Y llegó un día mezclado de palabras determinantes y de corto vuelo. La sombra del ayer, y el hoy es insensato. Macabra minoría, extraña sensación de haber sido todas sin haber sido ninguna. Tormenta de palabras, torbellino; tal vez quiero decirte todo lo que callé la última tarde que nos vio juntos.
Estamos armados de una endeble artillería; una guerra precaria de mí hacia mí. Porque el dolor es mío. La incertidumbre es mía. La nada es mía. El odio es mío.
No haber reparado en lo que no quería, para dejarlo ser. Orgullo hoy. Inestabilidad. Pero no llego a vos porque no puedo. Excede al sentimiento; excede a la razón. Mis mujeres y yo estamos gobernadas, sometidas a la soledad. Y estamos encantadas, ¡encantadas!.
Estamos armados de una endeble artillería; una guerra precaria de mí hacia mí. Porque el dolor es mío. La incertidumbre es mía. La nada es mía. El odio es mío.
No haber reparado en lo que no quería, para dejarlo ser. Orgullo hoy. Inestabilidad. Pero no llego a vos porque no puedo. Excede al sentimiento; excede a la razón. Mis mujeres y yo estamos gobernadas, sometidas a la soledad. Y estamos encantadas, ¡encantadas!.
jueves, 9 de agosto de 2007
Silencio
Él ausente. Siempre ausente.
Su silencio era real; mi silencio ficticio.
Yo forzaba mi silencio, reprimía palabras sin sentido.
Él, sin embargo, me observaba, sin duda, pero sin necesidad alguna de emprender un diálogo que se tornaría molesto con el transcurso de los minutos.
Yo reprimía; él no forzaba.
Me vi enredada en el pensamiento que ya se volvía obsesivo de provocar una estúpida charla. Pero carecía de imaginación para reinventar un diálogo entre dos personas que se odian mutuamente.
Hablaré. Sí, hablaré. Un saludo y la pregunta clásica. Tal vez él carezca de imaginación para soslayar mis palabras. Entonces hablará. No habla. Está mudo. Me iré. Tengo que irme. Me avergüenza este silencio; su silencio. Y haber dicho… No debería haber dicho nada. Me iré. Tomaré mis cosas y planearé la huída. Articula. Parece que hablará; sí, hablará. Habla. Saluda, responde y pregunta. Respondo. El diálogo parece terminar. Sí, ha terminado. Mi inquietud alcanza la tranquilidad. Ahora volvemos al silencio. Pero ya no es un silencio forzado ni reprimido. Es el silencio que toma su curso habitual. Este silencio me gusta. Sí, me gusta.
Su silencio era real; mi silencio ficticio.
Yo forzaba mi silencio, reprimía palabras sin sentido.
Él, sin embargo, me observaba, sin duda, pero sin necesidad alguna de emprender un diálogo que se tornaría molesto con el transcurso de los minutos.
Yo reprimía; él no forzaba.
Me vi enredada en el pensamiento que ya se volvía obsesivo de provocar una estúpida charla. Pero carecía de imaginación para reinventar un diálogo entre dos personas que se odian mutuamente.
Hablaré. Sí, hablaré. Un saludo y la pregunta clásica. Tal vez él carezca de imaginación para soslayar mis palabras. Entonces hablará. No habla. Está mudo. Me iré. Tengo que irme. Me avergüenza este silencio; su silencio. Y haber dicho… No debería haber dicho nada. Me iré. Tomaré mis cosas y planearé la huída. Articula. Parece que hablará; sí, hablará. Habla. Saluda, responde y pregunta. Respondo. El diálogo parece terminar. Sí, ha terminado. Mi inquietud alcanza la tranquilidad. Ahora volvemos al silencio. Pero ya no es un silencio forzado ni reprimido. Es el silencio que toma su curso habitual. Este silencio me gusta. Sí, me gusta.
miércoles, 8 de agosto de 2007
café
de un lado la luz aclara.
del otro oscurece.
entre palabras socialistas, claroscuro.
todavía tengo miedo.
miedo a que la revolución perezca en nuestras bocas.
miedo a la espada y al imperio de la cruz.
miedo a nosotros, que estábamos tan entusiasmados
creyéndonos revolucionarios
en el café situado frente a la facultad.
del otro oscurece.
entre palabras socialistas, claroscuro.
todavía tengo miedo.
miedo a que la revolución perezca en nuestras bocas.
miedo a la espada y al imperio de la cruz.
miedo a nosotros, que estábamos tan entusiasmados
creyéndonos revolucionarios
en el café situado frente a la facultad.
lunes, 6 de agosto de 2007
amantes
él reposa sobre mis manos
su piel plana, ideas envueltas de mucho.
está asombrado! jamás creyó en la
posibilidad de nuestro encuentro.
parece sonreírme, sí, puedo verlo,
le hacen feliz mis ojos en él.
caricias y parpadeos.
sentada frente a frente,
dispuesta a enamorarme sabiendo de su fugacidad.
sabiendo, también, la imposibilidad de este romance.
su piel plana, ideas envueltas de mucho.
está asombrado! jamás creyó en la
posibilidad de nuestro encuentro.
parece sonreírme, sí, puedo verlo,
le hacen feliz mis ojos en él.
caricias y parpadeos.
sentada frente a frente,
dispuesta a enamorarme sabiendo de su fugacidad.
sabiendo, también, la imposibilidad de este romance.
miércoles, 1 de agosto de 2007
Pusilánime
Quién despertará aquí, ahora, ese beso somnoliente, ese sexo dormido. Puedo ser fuerte… si apresuras, engañosa… si determinas, egoísta… si sometes. Y maldecir al día, en la noche, y censurar la tarde en que yacía mi cuerpo adormecido entre sus brazos. Brazos de quién sabe bien qué hombre, tal vez honesto, supremacía endeble o agobiado, tal vez avaro o resplandeciente. Sólo un zumbido…
Bastaría una palabra sin sentido, o una tormenta calumniada, el sol que es fuego enceguecido… ¡qué sé yo qué bastara para que el silencio me hable! Y la primera noche de quietud se haga ruido, y se haga enferma. Enferma como las mentiras que construimos para engañarnos a conciencia y asentimiento.
Dejaré una vez más que las lágrimas se aproximen a nuestro estuario. Y llevaré allí los recuerdos que me dominan. Y dejaré tu perfume, tan cruel; tu piel mezquina; dejaré que haya nada entre nosotros, y que lastime; que no corran palabras, ni que suspires, en derredor confuso y obsoleto.
Bastaría una palabra sin sentido, o una tormenta calumniada, el sol que es fuego enceguecido… ¡qué sé yo qué bastara para que el silencio me hable! Y la primera noche de quietud se haga ruido, y se haga enferma. Enferma como las mentiras que construimos para engañarnos a conciencia y asentimiento.
Dejaré una vez más que las lágrimas se aproximen a nuestro estuario. Y llevaré allí los recuerdos que me dominan. Y dejaré tu perfume, tan cruel; tu piel mezquina; dejaré que haya nada entre nosotros, y que lastime; que no corran palabras, ni que suspires, en derredor confuso y obsoleto.
lunes, 30 de julio de 2007
El duelo de lo efímero
Esperarías el duelo de lo efímero. Tan insensato, tan distraído. Asignándole cualidades sobrenaturales a la mentira que creamos para ser.
Esperarías, aún más, en tu insolencia, el retorno a lugares inaccesibles, que sucumben bajo el fuego inmutable de las palabras que quedaron por pronunciar.
Esperarías, tal vez, esa rosa en mis mejillas, cuando la ternura desbordante me hacía mirar sin esperar que algún cielo tan mezquino hiciera obscenidad de su luz.
Esperarías una palabra que condicione. Una mirada que apure. Una sonrisa que mienta.
Esperarías, quizá, si esperas, que guarde un recuerdo perfecto, entrañable, al que acuda simplemente cada vez que perciba en el nuevo hombre la ausencia del amor.
Esperarías, aún más, en tu insolencia, el retorno a lugares inaccesibles, que sucumben bajo el fuego inmutable de las palabras que quedaron por pronunciar.
Esperarías, tal vez, esa rosa en mis mejillas, cuando la ternura desbordante me hacía mirar sin esperar que algún cielo tan mezquino hiciera obscenidad de su luz.
Esperarías una palabra que condicione. Una mirada que apure. Una sonrisa que mienta.
Esperarías, quizá, si esperas, que guarde un recuerdo perfecto, entrañable, al que acuda simplemente cada vez que perciba en el nuevo hombre la ausencia del amor.
sábado, 28 de julio de 2007
Estados de ánimo
No quiero el dolor otra vez en mi cama, ni quiero la angustia de tenerte al desaparecer, como una estatua danzante que gime en el imaginario de un supuesto amor real.
No quiero las noches de cuna, en que tus heridas se me adentraban en el alma, y el sollozo era acunado hasta el amanecer, cuando tu mal sanaba, y mi mal comenzaba a gestarse sobre buenos cimientos. ¡Tantos sentimientos enunciados bajo un mismo cuerpo! Regalos de tristeza reinventados por doquier.
¿Entonces será la herida, o será la calma, la negligencia o la sobreprotección la que decida renunciar? Dejemos que el tiempo rememore ociosas tardes, que la distancia haya osado separar. Llámese como se quiera: el final del amor reposa sobre nuestras manos. Cenizas adiestradas para subsistir. Insensata nada se hace aire entre nosotros. Y vos, y yo, en ligera destrucción del puerto al que arribamos en esas noches de brujas en que la soledad se hace amor y el desamparo, muchedumbre.
No quiero las noches de cuna, en que tus heridas se me adentraban en el alma, y el sollozo era acunado hasta el amanecer, cuando tu mal sanaba, y mi mal comenzaba a gestarse sobre buenos cimientos. ¡Tantos sentimientos enunciados bajo un mismo cuerpo! Regalos de tristeza reinventados por doquier.
¿Entonces será la herida, o será la calma, la negligencia o la sobreprotección la que decida renunciar? Dejemos que el tiempo rememore ociosas tardes, que la distancia haya osado separar. Llámese como se quiera: el final del amor reposa sobre nuestras manos. Cenizas adiestradas para subsistir. Insensata nada se hace aire entre nosotros. Y vos, y yo, en ligera destrucción del puerto al que arribamos en esas noches de brujas en que la soledad se hace amor y el desamparo, muchedumbre.
miércoles, 25 de julio de 2007
martes, 24 de julio de 2007
Perturbada
Juegas con mi nombre. No soy. No quiero ser. Quiero practicar en vos una lluvia mezquina, pero intensa. Y tener nada, cuando lo haya tenido todo…
Sonreírte, aunque no desees ver mi sonrisa. Y abrazarte, aunque no desees nuestro abrazo. Porque sos lo que más quiero, y no quiero alcanzarte; sólo rozarte, sólo sentirte.
El tiempo nos separa y tu mirada lo confirma. Tal vez nunca juguemos a mojarnos la piel. Yo espero silenciosa que la brisa nos acerque. Y que seamos la insolencia que solemos criticar. Aberrados, esculpidos, de espaldas al acto esperando el amanecer.
Sonreírte, aunque no desees ver mi sonrisa. Y abrazarte, aunque no desees nuestro abrazo. Porque sos lo que más quiero, y no quiero alcanzarte; sólo rozarte, sólo sentirte.
El tiempo nos separa y tu mirada lo confirma. Tal vez nunca juguemos a mojarnos la piel. Yo espero silenciosa que la brisa nos acerque. Y que seamos la insolencia que solemos criticar. Aberrados, esculpidos, de espaldas al acto esperando el amanecer.
viernes, 20 de julio de 2007
Aglutinados
Y si digo que no tengo amigos mis amigos van a golpearme. Y me van a dejar sola.
Y no quiero estar sola. Primero la soledad, y después la angustia. La angustia avasallante que devela el miedo de morir. Y la muerte estrepitosa que se apropia de mis miedos, y los legitima.
¡Cómo mienten los años primeros en virtud de la grata inocencia! Y la madurez nos recibe con desengaños. Mentiras en roca que se quiebran a luz del amanecer del un mal sueño fraudulento. La insoportable edad razonable en que se mecen los sueños del ayer para agraviar el dogma y asignarle el genocida cuestionable del no ser.
Y no quiero estar sola. Primero la soledad, y después la angustia. La angustia avasallante que devela el miedo de morir. Y la muerte estrepitosa que se apropia de mis miedos, y los legitima.
¡Cómo mienten los años primeros en virtud de la grata inocencia! Y la madurez nos recibe con desengaños. Mentiras en roca que se quiebran a luz del amanecer del un mal sueño fraudulento. La insoportable edad razonable en que se mecen los sueños del ayer para agraviar el dogma y asignarle el genocida cuestionable del no ser.
jueves, 19 de julio de 2007
Inconmensurable ego
Detrás de mí, tu sombra, que camina por la nada atravesada que hay en mí.
Fecunda el deseo de volver a mi piel, aún tibia y reservada para algún hombre insensato que osara destruirla.
Está el llamado oyéndose, la voz que no llega, el silencio que genera amor en mis mejillas.
Volveré a ti alguna noche impostergable donde decida construir un muro que me separe de mi ego, o que lo sobreestime. Dejarme a mí, para abrazarte. Cualquiera sea la palabra que pudiera yo esbozar…
Qué necios!
Intolerante será esta mujer, que aguarda entusiasmada el momento del adiós.
Fecunda el deseo de volver a mi piel, aún tibia y reservada para algún hombre insensato que osara destruirla.
Está el llamado oyéndose, la voz que no llega, el silencio que genera amor en mis mejillas.
Volveré a ti alguna noche impostergable donde decida construir un muro que me separe de mi ego, o que lo sobreestime. Dejarme a mí, para abrazarte. Cualquiera sea la palabra que pudiera yo esbozar…
Qué necios!
Intolerante será esta mujer, que aguarda entusiasmada el momento del adiós.
miércoles, 18 de julio de 2007
La ausencia del amor
Ahh… el amor! Fatalidad.
La muerte del uno, el nacimiento del dos,singular, particular.
Dos que se eligen, pero que no se funden.
Dos que se saborean pero que no se confunden.
El miedo del otro y la ausencia.
La hora inesperada del adiós para siempre,que lastima, que hiere.
Que mata a un ser, dentro de un ser.
Que muere, mientras el otro supera.
La destrucción de un mundo amalgamado en primavera.
Y el invierno inoportuno se presenta sediento de tos, y de muerte.
Las mentiras terminaron en esa verdad cuestionada que construyó un muro de lamentos.
Los designios del amor culminaron en tristeza.
Una vez más. Otra vez.
La muerte del uno, el nacimiento del dos,singular, particular.
Dos que se eligen, pero que no se funden.
Dos que se saborean pero que no se confunden.
El miedo del otro y la ausencia.
La hora inesperada del adiós para siempre,que lastima, que hiere.
Que mata a un ser, dentro de un ser.
Que muere, mientras el otro supera.
La destrucción de un mundo amalgamado en primavera.
Y el invierno inoportuno se presenta sediento de tos, y de muerte.
Las mentiras terminaron en esa verdad cuestionada que construyó un muro de lamentos.
Los designios del amor culminaron en tristeza.
Una vez más. Otra vez.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)