La habilidad de los deseos intangibles. El color extremadamente modesto de tu piel. La censura, lo ambicioso de mi ser: combinación que siempre va lineal a lo que no.
Se pudre la carne y tu barba pomposa presume vanidad. Tu cara de revolución soberbia reprime, legitima mi andar desorientado esperando que algún leve viento nos acerque. Realizo tu apología. Me deprime.
Eres un argumento racional pero estéril. Una pasión que camina, porque huye. Una calumnia laudable, pero incierta. A veces quisiera saber cómo eres. Me enferma la idea de concebir lo humano que no escapa a tu mediocridad.
El ansia desmedida. La teoría irrefutable. La conciencia conciente. ¿Acaso podrás ser un poco más que un insensato rival? No le tengo miedo a tu remera, porque tampoco le temo a tu piel. Ni juega esta partida tu semblante, porque no agrada. Sólo monopoliza la dulzura que yo no puedo conseguir. Porque se aleja cual utopía. Porque es incierta y peligrosa como el edén.
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