Esperarías el duelo de lo efímero. Tan insensato, tan distraído. Asignándole cualidades sobrenaturales a la mentira que creamos para ser.
Esperarías, aún más, en tu insolencia, el retorno a lugares inaccesibles, que sucumben bajo el fuego inmutable de las palabras que quedaron por pronunciar.
Esperarías, tal vez, esa rosa en mis mejillas, cuando la ternura desbordante me hacía mirar sin esperar que algún cielo tan mezquino hiciera obscenidad de su luz.
Esperarías una palabra que condicione. Una mirada que apure. Una sonrisa que mienta.
Esperarías, quizá, si esperas, que guarde un recuerdo perfecto, entrañable, al que acuda simplemente cada vez que perciba en el nuevo hombre la ausencia del amor.
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