Las sombras están dadas. El reverso es tentación. En la puerta hojas secas y miradas que comentan recuerdos de un pasaje intranscendente. Rutinaria reacción de amar lo que no es amado. Y de morir… para seguir mintiendo.
Dejame el cuello revuelto, meditando piruetas para llegar hasta tu boca. Dejaré fluir palabras que se deslizan por senderos funestos. Deshonra mi fiel nombre y mi merecida reputación. Hagamos de los deseos la simpleza y la estupidez.
Hiere… hiere lo tan común que hay en mí. Mi esencia insípida, mis manos agotadas. Deja huellas sin amnistía. Deja marcada la carne, que aunque no duela, podemos inventar el sufrimiento. Es la mentira compartida, la que nos une… y nos separa.
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