Nada, ni siquiera la representación del vacío. Nada.
Nada como tus palabras hoy, como tu imprescindible silencio.
Nada como el sentimiento que no existe, pero se inventa.
Nada como la mentira que me lleva a quedarme esta noche a tu lado.
Nada de mí, nada de vos.
Estamos inmersos en las aguas turbias de la nada. No hay nada.
Nada. Ni una mirada complaciente, ni un gesto insospechable.
Nada que florezca entre las manos o entre las piernas.
Nada que nos una. Nada. Sólo el impacto de haber sido “nosotros”,
en relámpago de antaño.
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