jueves, 30 de agosto de 2007

Lastima mi piel

Las sombras están dadas. El reverso es tentación. En la puerta hojas secas y miradas que comentan recuerdos de un pasaje intranscendente. Rutinaria reacción de amar lo que no es amado. Y de morir… para seguir mintiendo.
Dejame el cuello revuelto, meditando piruetas para llegar hasta tu boca. Dejaré fluir palabras que se deslizan por senderos funestos. Deshonra mi fiel nombre y mi merecida reputación. Hagamos de los deseos la simpleza y la estupidez.
Hiere… hiere lo tan común que hay en mí. Mi esencia insípida, mis manos agotadas. Deja huellas sin amnistía. Deja marcada la carne, que aunque no duela, podemos inventar el sufrimiento. Es la mentira compartida, la que nos une… y nos separa.

martes, 28 de agosto de 2007

no sos parte de mí

no había oído hablar
de la representación fiel
que algunas personas pudieron hallar en palabras.
estábamos tan equivocados creyéndonos espinas de algún hermoso jardín.
jugando a cambiarnos las almas y a obsequiarnos la piel.
enfermamos. tal vez enfermé de mí.
pero mentía... mentía porque la soledad compartida duele menos.
ahora el silencio no sabe hallar las palabras que dejé sobre tu cama,
y me enmudece una voz interna que camina hacia el desierto.
tu pobre nombre enloquece.
el destino y mis palabras lo dejaron solo.

jueves, 23 de agosto de 2007

Tu amor es cubista

Fingiste cuadrados necios de una vida simple y objetiva. Podrías haberte desplazado hacia otras figuras geométricas. Pero tu corazón estaba vacío, inspirado en lados iguales.
Del círculo quedaban las salidas hacia el mismo lugar, y los caminos que ni avanzan ni retroceden. Que no manifiestan alteraciones. Que son lo que fueron y lo que serán por lo que han sido.
Tu apariencia no guardaba compromiso alguno con la realidad convencional. Geometrización, no cromatismo. En un vos hermético, levemente tentado a caer en abstracción; sin esencia, o con. Representabas lo lejano. Eras lejano. Siempre a minutos más de convertirte en tangible.
A muchos los condenan por menos; a vos te glorifican.

jueves, 16 de agosto de 2007

No me explico

No me explico las palabras que no saben significar el sentimiento. Que lo generalizan, que lo callan, que lo mienten.
Palabras que se dicen sin revolución, son palabras muertas.
He aprendido a callarme las mentiras e idealizar la verdad.
Todos estamos muertos. Sólo sentimos la piel, la esfera.
Ya no puedo gobernar mi mente, que busca sangrar y redimir. Se victimiza ante mí; me miente. No puedo caminar desnuda sin conocer mi verdad que resplandece en el engaño.
Aprendí a creerme sabiendo que es improbable. Aprendí a vivir de mi reflejo.
Quiero esa revolución fuera de mi cama. Quiero saber que esos ojos no me mienten; que no estoy sola, que no voy a estarlo…

Es nada

Nada, ni siquiera la representación del vacío. Nada.
Nada como tus palabras hoy, como tu imprescindible silencio.
Nada como el sentimiento que no existe, pero se inventa.
Nada como la mentira que me lleva a quedarme esta noche a tu lado.
Nada de mí, nada de vos.
Estamos inmersos en las aguas turbias de la nada. No hay nada.
Nada. Ni una mirada complaciente, ni un gesto insospechable.
Nada que florezca entre las manos o entre las piernas.
Nada que nos una. Nada. Sólo el impacto de haber sido “nosotros”,
en relámpago de antaño.

lunes, 13 de agosto de 2007

Sos sin ser y sin haber sido...

Y llegó un día mezclado de palabras determinantes y de corto vuelo. La sombra del ayer, y el hoy es insensato. Macabra minoría, extraña sensación de haber sido todas sin haber sido ninguna. Tormenta de palabras, torbellino; tal vez quiero decirte todo lo que callé la última tarde que nos vio juntos.
Estamos armados de una endeble artillería; una guerra precaria de mí hacia mí. Porque el dolor es mío. La incertidumbre es mía. La nada es mía. El odio es mío.
No haber reparado en lo que no quería, para dejarlo ser. Orgullo hoy. Inestabilidad. Pero no llego a vos porque no puedo. Excede al sentimiento; excede a la razón. Mis mujeres y yo estamos gobernadas, sometidas a la soledad. Y estamos encantadas, ¡encantadas!.

jueves, 9 de agosto de 2007

Silencio

Él ausente. Siempre ausente.
Su silencio era real; mi silencio ficticio.
Yo forzaba mi silencio, reprimía palabras sin sentido.
Él, sin embargo, me observaba, sin duda, pero sin necesidad alguna de emprender un diálogo que se tornaría molesto con el transcurso de los minutos.
Yo reprimía; él no forzaba.
Me vi enredada en el pensamiento que ya se volvía obsesivo de provocar una estúpida charla. Pero carecía de imaginación para reinventar un diálogo entre dos personas que se odian mutuamente.
Hablaré. Sí, hablaré. Un saludo y la pregunta clásica. Tal vez él carezca de imaginación para soslayar mis palabras. Entonces hablará. No habla. Está mudo. Me iré. Tengo que irme. Me avergüenza este silencio; su silencio. Y haber dicho… No debería haber dicho nada. Me iré. Tomaré mis cosas y planearé la huída. Articula. Parece que hablará; sí, hablará. Habla. Saluda, responde y pregunta. Respondo. El diálogo parece terminar. Sí, ha terminado. Mi inquietud alcanza la tranquilidad. Ahora volvemos al silencio. Pero ya no es un silencio forzado ni reprimido. Es el silencio que toma su curso habitual. Este silencio me gusta. Sí, me gusta.

miércoles, 8 de agosto de 2007

café

de un lado la luz aclara.
del otro oscurece.
entre palabras socialistas, claroscuro.
todavía tengo miedo.
miedo a que la revolución perezca en nuestras bocas.
miedo a la espada y al imperio de la cruz.
miedo a nosotros, que estábamos tan entusiasmados
creyéndonos revolucionarios
en el café situado frente a la facultad.

lunes, 6 de agosto de 2007

amantes

él reposa sobre mis manos
su piel plana, ideas envueltas de mucho.
está asombrado! jamás creyó en la
posibilidad de nuestro encuentro.
parece sonreírme, sí, puedo verlo,
le hacen feliz mis ojos en él.
caricias y parpadeos.
sentada frente a frente,
dispuesta a enamorarme sabiendo de su fugacidad.
sabiendo, también, la imposibilidad de este romance.

miércoles, 1 de agosto de 2007

Pusilánime

Quién despertará aquí, ahora, ese beso somnoliente, ese sexo dormido. Puedo ser fuerte… si apresuras, engañosa… si determinas, egoísta… si sometes. Y maldecir al día, en la noche, y censurar la tarde en que yacía mi cuerpo adormecido entre sus brazos. Brazos de quién sabe bien qué hombre, tal vez honesto, supremacía endeble o agobiado, tal vez avaro o resplandeciente. Sólo un zumbido…
Bastaría una palabra sin sentido, o una tormenta calumniada, el sol que es fuego enceguecido… ¡qué sé yo qué bastara para que el silencio me hable! Y la primera noche de quietud se haga ruido, y se haga enferma. Enferma como las mentiras que construimos para engañarnos a conciencia y asentimiento.
Dejaré una vez más que las lágrimas se aproximen a nuestro estuario. Y llevaré allí los recuerdos que me dominan. Y dejaré tu perfume, tan cruel; tu piel mezquina; dejaré que haya nada entre nosotros, y que lastime; que no corran palabras, ni que suspires, en derredor confuso y obsoleto.