Y cuando es de noche
la luna se posa en su boca a conmemorar el cielo
se condensa en ella
el vacío de la ausencia
y la eternidad del llamado a lo infinito
si su boca se abre
un río de palabras desgarradas
obturarán el espacio
que el pájaro intentará demoler
con un solo soplido
los poetas están muertos,
y la muchacha alzará sus ojos
hasta el centro de sí
para alcanzar tal vez un espejo
un suicidio prematuro
o la oscuridad de su alma
quizás,
si la luna vuelve a posarse en su boca,
se destruya el cielo.
1 comentario:
Habrá cielo nuevo entonces.
Porque la luna no podrá venir,
pero yo soy su enviado
y acá estoy,
con luz ténue,
bañándole las heridas.
Es inminente,
lo sabe.
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