yo no sé de tolerancia
ni de rosas eternas
no sé de aguas
que se funden
confundiéndose
no sé de noches
ni poemas
ni rimas extrañas
yo sólo recuerdo el carmín
y el fulgor
de los ojos enamorados
y recuerdo
a veces
el cariño revestido de placer
yo sé de las ventanas
que reducen paisajes
y sé de lo finito
lo mortal
y lo tosco
pero a veces
confundo el cielo con el hombre
a veces
callo las voces
que me naufragan por dentro
y a veces
grito al entierro
de mi menguada vida
1 comentario:
El alma me duele por su indulgencia, los helénicos andrajos se confunden y por la ventana de mis ojos entra la luz de la mañana, confundiéndose con vuestro fulgor de color de pergamino.
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