Otra sentencia de impunidad. Otra teoría.
Un desplegar alado cierto amanecer.
Conducirse ciego entre la frialdad de las miradas.
No siendo mucho más que la mera existencia.
El peso de la levedad manifiesta el vacío.
Errante en el camino de las sombras,
dibuja sin color lo que se logra;
riendo insatisfecho, pueril destino.
Y la noche gobernando otras plegarias,
sagaz, intrépida y tímida, siempre a punto de perecer
se nombra deleitosa en la fachada juvenil,
se muestra irreverente tras la escena de placer.
Otra vez elegir fue burlarse de la realidad
para esconderse legítimamente en el lenguaje.
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