Odisea de un espacio segmental, terrenal.
El hombre, que ha nacido humano, se manifiesta inocente.
Hediondo entre el ser y el parecer.
Metafísico y prosaico.
Las miserias de lo miserable y la vulnerabilidad del somnoliente.
Un pacto sin aliciente entre lo definitivo y lo accesorio.
Un dolor, una manzana y un demonio…
La castidad del cielo empedernido.
Sucumbe, bajo esfera, un monumental vacío.
Y llenan, la palabra que no dice, la palabra herida,
la palabra hiriente, la palabra fría, el espacio cósmico del ser alienable.
Y a veces el consuelo quiebra lo inestable.
Y a veces el silencio hace sangrar oídos.